Pero, además de cicatrices, pecas, lunares, arrugas, varices y todo lo que se escribe en nuestros cuerpos, pues también podemos escribir voluntariamente palabras a través de los tatuajes.
Pero esta brújula pecosa era muy distinta y, aunque encontraba algo difícil para su lenta inteligencia mantenerse al nivel de sus ágiles procesos mentales, le gustaba su charla.
Sus pecas se veían más numerosas e inoportunas que nunca; el viento había colocado su cabello en un brillante desorden; nunca había parecido más rojo que en aquel momento.
Me parece estar viendo esa mano tan grande, entonces, para mí, una mano salpicada de pecas amarillas, esas pecas de la edad. Y yo me sentía absolutamente segura con él.