A mediodía, los rojizos leones bajan a beber a la orilla del río. Sus ojos son verdes aguamarinas y sus rugidos más atronadores que los rugidos de la catarata.
Los tres perros forzaban la distancia que los separaba del abrevadero de las bestias, con éxito mediano, pues siendo éste muy frecuentado a su vez por los yaguareteí, la caza menor tornábase desconfiada.
Así que el aseo personal posiblemente es tan antiguo como la humanidad: desde la edad de piedra los asentamientos humanos tendían a instalarse cerca de cuerpos de agua, tanto para beberla como para bañarse.