¡Ah, la música! Ha estado presente en la humanidad desde el inicio y nos acompaña en toda nuestra vida, exaltando nuestras emociones…
¿Por qué amamos la música?
No hay un área del cerebro especializada en comprender la música, sino que apreciarla es una "función superior" que articula muchas regiones del cerebro.
La neurocientífica Valorie Salimpoor, a partir de un experimento realizado en McGill College, descubrió que cuando escuchamos música que nos gusta, un área llamada "núcleo accumbens" se conecta con el hipocampo (relacionado con la toma de decisiones) y con la amígdala (el centro de las emociones).
Durante la experiencia, el cerebro se inunda de dopamina, la "hormona de la recompensa" que se libera también con estímulos como el sexo, ciertas drogas o la comida deliciosa: escuchar música puede ser adictivo.
Pero ¿por qué reaccionamos así sólo con la música y no con cualquier sonido?
Nuestra afición tiene que ver con el reconocimiento de patrones: cuando escuchamos estructuras musicales y somos capaces de predecir lo que sigue, el cerebro se da una recompensa a sí mismo.
Pero si los patrones son demasiado predecibles, se pierde el reto y no hay recompensa.
Por eso nos gusta oír piezas musicales nuevas, pero que de alguna manera sean similares a los patrones que ya conocemos.
¿Cómo se construyen esos patrones? Invitamos a la artista de la voz Valentina González para que nos explique.