El Prado en femenino: María de Hungría

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Una de las figuras políticas más determinantes de la primera mitad del siglo XVI fue sin duda María de Hungría.

Esta Habsburgo hermana de Carlos V fue reina consorte de Hungría y Bohemia entre 1515 y 1526, y tras la muerte de Margarita de Austria, fue entre 1531 y 1555, gobernadora de los Países Bajos.

Se le atribuyen las mayores habilidades políticas y una incidencia decisiva en sus hermanos Carlos V y Fernando I, que permitió el dominio de los Austrias de prácticamente el continente europeo en su conjunto.

Pero no solo identificamos a María de Hungría con el ejercicio del poder político, también fue una mujer de extraordinaria cultura, bibliófila y mecenas de las artes.

Los libros, las pinturas, las esculturas, los tapices y demás que coleccionó estuvieron a la par al servicio de su personalísima curiosidad humanista y al servicio de la representación dinástica con la que estuvo comprometida.

A ella, que poseyó ni más ni menos que las furias de Tiziano o el colosal cuadro Carlos V en la batalla de Mühlberg, se la considera constructora visual de la identidad política de su hermano, el emperador Carlos V.

Si hubo un rasgo que definió la labor como promotora artística a María de Hungría, fue sin duda su capacidad para instrumentalizar el arte al servicio de los intereses políticos de su dinastía.

Algo que quedará de manifiesto a lo largo de las diferentes obras que componen este itinerario, entre ellas, esta soberbia escultura en bronce que María encarga a Leoni en 1549 tras el encuentro con el artista en la ciudad de Bruselas.

Esta obra no se concibió de manera aislada, sino formando parte de un proyecto mucho más ambicioso en el que María compartía protagonismo con otros nueve hombres y mujeres de la dinastía Habsburgo.

El lugar escogido para exhibir estas piezas era la galería del Palacio de Binche, a las afueras de Bruselas.

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