"Pies, ¿para qué los quiero si tengo alas para volar"?
En 1925, Frida Kahlo iba camino a casa desde su escuela en la ciudad de México cuando el autobús con el que viajaba chocó con un tranvía.
Sufrió lesiones casi fatales en la columna vertebral, la pelvis y las caderas y estuvo postrada en la cama durante meses.
En su recuperación, tenía un caballete especial pegado a su cama para que ella pudiera practicar técnicas de pintura.
Cuando se puso a trabajar, ella comenzó a pintar el mundo según su propia visión singular.
A lo largo de su vida, ella se establecería como la creadora y la musa detrás del arte extraordinario.
Aunque es posible que hayas visto la mirada de Kahlo antes, su trabajo brinda la oportunidad de ver el mundo a través de sus ojos.
Pintó a amigos y familiares, naturalezas muertas y escenas espirituales.
En un trabajo inicial, autorretrato con vestido de terciopelo, el foco está en sus cejas fuertes, vello facial, cuello largo y una mirada formidable.
Tales características permanecieron, pero Kahlo pronto comenzó a presentarse de formas más inusuales, por ejemplo, la columna rota.