Blancanieves(1)
Blancanieves
Era un crudo día de invierno, y los copos de nieve caían del cielo como blancas plumas.
La Reina cosía junto a una ventana, cuyo marco era de ébano. Y como mientras cosía miraba caer los copos, con la aguja se pinchó un dedo, y tres gotas de sangre fueron a caer sobre la nieve.
El rojo de la sangre destacaba bellamente sobre el fondo blanco, y ella pensó: «¡Ah, si pudiese tener una hija que fuese blanca como nieve, roja como sangre y negra como el ébano de esta ventana! » . No mucho tiempo después le nació una niña que era blanca como la nieve, sonrosada como la sangre y de cabello negro como la madera de ébano; y por eso le pusieron por nombre Blancanieves. Pero al nacer ella, murió la Reina.
Un año más tarde, el Rey volvió a casarse. La nueva reina era muy bella, pero orgullosa y altanera, y no podía sufrir que nadie la aventajase en hermosura. Tenía un espejo prodigioso, y cada vez que se miraba en él, le preguntaba:
«Espejito en la pared, dime una cosa: ¿quién es de este país la más hermosa? » .
Y el espejo le contestaba, invariablemente:
«Señora Reina, vos sois la más hermosa en todo el país» .
La Reina quedaba satisfecha, pues sabía que el espejo decía siempre la verdad.
Blancanieves fue creciendo y se hacía más bella cada día.
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