Al pensar en el Eureka de Arquímedes, probablemente pienses en esto.
Pero resulta que pudo haber sido más bien así.
En el siglo III a. C. Hierón, rey de la ciudad de Siracusa, eligió a Arquímedes para supervisar un proyecto de ingeniería de una escala sin precedentes.
Hierón encargó una nave de vela 50 veces más grande que un antiguo buque de guerra estándar, llamada Siracusia, en honor a la ciudad.
Hierón quería construir la mayor nave de la historia para obsequiársela al gobernante de Egipto, Ptolomeo.
¿Pero flotaría una nave del tamaño de un palacio?
En tiempos de Arquímedes nadie intentaba cosas como esta.
Era como pensar si las montañas volaban.
El rey Hierón ponía muchas expectativas en esa pregunta.
Cientos de obreros trabajarían durante años en el Siracusia con vigas de pino y abeto del monte Etna, cuerdas de cáñamo cultivadas en España y brea de Francia.
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