Muchos son los secretos que hay tras las paredes de este templo inconcluso, unos más espirituales y otros no tanto, como por ejemplo, la que hace que nos planteemos la primera pregunta: antes de que se iniciara esta construcción, ¿qué había en este lugar?
Aquí nos encontramos en unos lugares donde Ildefonso Cerdà, en su origen, había proyectado un famoso hipódromo, es decir, un espacio vacío en medio de la extensión del ensanche de Barcelona.
Jose María Bocabella era una persona muy conocida en Barcelona, era un conocido librero, además un católico muy devoto y con una clara vocación para querer construir un templo expiatorio en este lugar vacío de la ciudad, emprende un viaje a Roma a visitar el Papa Pío IX y ahí es donde se vislumbra la posibilidad de construir este nuevo templo.
Un templo que se levantó en el antiguo barrio del Poblet, una zona rural con casas bajas y huertos que se extendía a lo largo de unos 12.800 metros cuadrados.
Pero este lugar podría estar ocupado actualmente por un hipódromo, porque el Ayuntamiento de Barcelona compró los terrenos con la intención de urbanizarlos, creando un nuevo ensanche y uno de los proyectos que se barajaron era construir esta pista deportiva.
La idea no prosperó y finalmente, en lugar de un hipódromo, se empezó a levantar una iglesia.
Eso sí, una muy distinta de la que conocemos actualmente.
José María Bocabella encargará el primer proyecto del templo al arquitecto neogótico Francisco de Paula del Villar.
La idea que tenía Francisco de Paula del Villar para la primera versión del templo era una iglesia neogótica más.
De hecho, estaba formada por tres naves, era un cuerpo de una nave central y dos naves laterales, con un gran transepto y un cimborrio que coronaba también toda una inmensa girola que formaba parte de la cripta original.