两位感恩节的绅士4
Su apetito del día de Acción de Gracias no era suyo;le pertenecía, en base a todos los sagrados derechos de la costumbre establecida, a aquel viejo y bondadoso caballero que se lo había apropiado.
Es verdad que los Estados Unidos son libres;pero para establecer una tradición, uno debía ser un decimal. . . , un decimal que se repetía.
Los héroes no son exclusivamente de acero y oro.
He aquí a uno que sólo ha esgrimido armas de hierro, rudamente plateadas, y de latón.
El Viejo Caballero llevó a su protegido anual al sur, hacia el restaurante y la mesa donde se había efectuado siempre el banquete.
Los reconocieron.
—Ahí viene el viejo que siempre convida a comer al mismo vagabundo el día de Acción de Gracias —dijo el camarero.
El Viejo Caballero se sentó del otro lado de la mesa, brillando como una perla ahumada junto a la piedra angular de la futura tradición.
Los camareros apilaron sobre la mesa viandas de fiesta. . . y Stuffy, con un suspiro que interpretaron como una expresión de hambre, alzó el cuchillo y el tenedor y se cinceló una corona de imperecedero laurel.
Nunca se abrió paso entre las filas enemigas un héroe más valeroso.
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