Impedir el paso de animales no se nos da muy bien.
Pequeñas moscas atraviesan sin problemas mosquiteras diseñadas para evitar que entren.
Los ratones encuentran pequeñas grietas en nuestras paredes.
Una media de cinco criaturas mañosas escapan de zoológicos estadounidenses cada año, y los pícaros conejitos nos han demostrado que la valla anti-conejos australiana… no era muy anti-conejos.
Si viésemos estas vallas desde la perspectiva de una mosca o un conejo, podríamos darnos cuenta de que estas barreras no eran barreras realmente, pero nuestra perspectiva humano-céntrica nos dificulta ponernos en la piel de otros animales.
O en sus patas.
O en sus alas.
O en su exoesqueleto…?
Y este es precisamente el truco a la hora de construir una valla anti-animales: conocer a la criatura lo suficiente como para encontrar una forma sencilla de detenerla.
En África Oriental, por ejemplo, los granjeros están construyendo barreras de panales de abeja para evitar que los elefantes siembren el caos en las cosechas.
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