La primera vez que pensé en ser pediatra, mi mente automáticamente dijo: "No, no hagas eso, no hagas eso".
Porque la pediatría es maravillosa.
Trabajar con infancias es lo mejor que te puede pasar.
Pero también, a las infancias les pasan cosas tristes y eso es muy duro.
Sin embargo, el deseo pudo más y ahí me sumergí en ese mundo maravilloso de arcoíris, huracanes, dibujitos.
Fue increíble.
En medio de todo eso, quedé embarazada de mi primer hijo, Juan Martín.
Yo estaba haciendo la residencia y, aun así, tuvimos la suerte de tener un embarazo tranquilo, sin demasiados sobresaltos.
Sin embargo, su llegada fue abrupta.
Fue triste.
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