En 1923, un tipo va paseando por un parque de Berlín cuando de pronto se encuentra una niña llorando.
Pregunta que qué le sucede y la niña le dice que ha perdido su muñeca.
Juntos se ponen a buscarla por todos lados sin encontrarla y se emplazan para seguir con la búsqueda al día siguiente.
Cuando se vuelven a ver, el hombre le dice que es un cartero de muñecas y que su muñeca le ha dejado una carta para ella en la que le pone: "No te preocupes, estoy bien. Simplemente salí a recorrer el mundo.
Te mantendré informada".
A partir de ahí, establecen una relación en la que se ven todas las tardes en el parque, en la que el hombre lee a la niña cartas de parte de su muñeca, desde una ciudad distinta en un lugar diferente del mundo.
Como el hombre está enfermo y previendo el final un día decide despedirse de la niña y regalarle una muñeca.
Al poco tiempo el hombre fallece y al cabo de los años, cuando la niña se ha convertido en una mujer, encuentra en el interior de su vieja muñeca una carta en la que pone: "Todo lo que amas posiblemente lo pierdas, pero el amor volverá a ti de otra manera".
Y es que, como nos dijo el escritor Michael Krüger: "A veces la infancia nos envía una postal".
El cartero de muñecas era, ni más ni menos, que el escritor Franz Kafka y con sus cartas, con sus historias, fue cambiando la percepción que la niña tenía de la realidad y del mundo.