En primer lugar, permítanme agradecer las palabras de bienvenida que nos ha dedicado tanto el presidente como el rector, pero también las palabras de la ministra y de la presidenta de la conferencia de la CRUE.
Sin duda es un placer volver a esta querida universidad, volver a Zaragoza y a Aragón, pero permítanme también felicitar a nuestro conferenciante de hoy, al profesor Serona Arbeloa, que ha pronunciado la prima lectio de hoy en un tema tan fascinante como también el falto de un conocimiento profundo para que podamos comprender mejor todo ese mundo que se nos abre de los sistemas inteligentes y de la interacción de la inteligencia humana con las máquinas.
Permítame recurrir a esa frase tan célebre de nuestro querido Fray Luis de León, decíamos ayer, en la universidad es lógico remitirse al ayer, pero también al mañana.
Porque contiene una tradición de siglos, la enseñanza y también una constante promesa de futuro nuestros jóvenes.
Aunque también tenemos que reconocer y agradecer que la Universidad mantenga siempre sus puertas abiertas a todos, también los mayores y los de mediana edad.
De ese ayer y ese mañana, de esa tradición y esa promesa, participáis toda la comunidad universitaria: más de 1.700.000 estudiantes, cerca de 150.000 profesores y 67.000 profesionales del cuerpo técnico, de administración, gestión y servicios.
Estrenáis estos días un nuevo curso. Con expectativas, con ganas de avanzar, de ser útiles a la sociedad y de seguir honrando tanto vuestra historia como vuestra alta misión imperecedera. Conocéis mejor que nadie los retos, las dificultades. Así que el primer mensaje que os quiero trasladar, al que se une la Reina y que recoge el sentir de la sociedad española, es nuestra profunda gratitud. Gracias, un curso más, por vuestro compromiso con el futuro de nuestro país.
Doy también las gracias a Aragón, la tierra que nos acoge, y a Zaragoza, ciudad a la que, desde niño –y especialmente tras mis tiempos en la Academia General Militar−, me une un afecto lleno de vivencias, renovadas con la presencia entre vosotros, hasta hace muy poco, de la Princesa de Asturias. Gracias por haberla acogido con tanto cariño.
Esta Universidad de Zaragoza que hoy nos abre sus puertas es la 5ª más antigua de España. Germinó aquí la semilla del renacimiento en nuestro país. Hoy, pasados más de cinco siglos, con vuestros títulos de grado y de posgrado y vuestros proyectos de investigación, seguís siendo una referencia para Europa. Enhorabuena por estos 550 años de historia.
Este hermoso Paraninfo guarda la memoria de nuestro más insigne científico, un aragonés universal, Santiago Ramón y Cajal. Cajal fue uno de vosotros: aquí estudio Medicina y se inició en la docencia. Nuestro premio Nobel, una de las mentes más brillantes de la historia, se definía, con humildad de sabio, como un "eterno aprendiz" y un "obrero de la enseñanza".