Yo soy el barrio de Chamberí, uno de los más castizos y elegantes de Madrid.
Aunque no siempre fue así, en la Edad Media, estas tierras fueron bosques propiedad de los caballeros templarios.
Entre los siglos XIX y XX me habitaron grandes aristócratas y llenaron mis calles con su herencia señorial, reflejada en la arquitectura de cada edificio, de cada balcón.
La elegancia y clasicismo de entonces se mezclan hoy con un aire contemporáneo, moderno y rebosante de vida, que llena las butacas de los cines Verdi o Palafox y aplaude el teatro, los conciertos y la danza de teatros, como La Abadía, Luchana o los Teatros del Canal.
Soy señorial y aún conservo villas donde vivieron personajes ilustres como Sorolla, el gran pintor de la luz.
Hoy su casa alberga un museo que lleva su nombre.
Y tengo más, el Museo Geominero o el Museo de Metro Estación de Chamberí, "la estación fantasma", que encantan a niños y mayores.
Ellos, los más pequeños, animan siempre mis parques, desde el de Santander hasta el de la plaza de Olavide.
En esta plaza, como en la calle Ponzano, siempre alegres y llenos de gente, se conserva la esencia de mis antiguas tabernas, que hoy siguen igual que hace 50 años, invitando a disfrutar de un aperitivo al sol cada mañana de domingo.
Ven, porque una vez que recorras mis calles, solo podrás pensar en volver.