Los ocios encantadores de la adolescencia desocupada
El mozalbete de la cabeza dura y su hermana del pie pequeño
Se cuenta –pero Alah es más sabio– que en una ciudad entre las ciudades de un país entre los países, había un hombre honrado y sumiso a la voluntad del Altísimo, con una esposa excelente y temerosa del Todopoderoso, y– había tenido ella –gracias a la bendición– dos hijos, un niño y una niña.
Y el muchacho había nacido con una cabeza voluntariosa y dura, y la niña con un alma dulce y unos piececitos deliciosos.
Y cuando los dos niños eran ya mayorcitos murió su padre.
Pero a la hora de la muerte llamó a su esposa y le dijo:
" ¡Oh hija del tío! te recomiendo muy particularmente que veles por nuestro hijo, pupila de nuestros ojos; que no le regañes, haga lo que haga; que no le contradigas nunca, diga lo que diga, y sobre todo, que le dejes hacer siempre lo que quiera en cualquier circunstancia de su vida (¡ojalá sea larga y próspera! ) "
Y cuando su esposa se lo prometió llorando, ya había muerto él dichoso y sin desear nada más.
Y la madre no dejó de cumplir la última recomendación de su difunto esposo.
Y al cabo de cierto tiempo se acostó para morir (¡solo Alah es el eterno viviente! ) y llamó a su hija, la hermana del muchacho, y le dijo: