Presidente de Aragón, ministra de Defensa, presidenta de las Cortes, delegado del gobierno, alcaldesa de Zaragoza, autoridades, señoras, señores. Saludo en especial a todos los aragoneses que me estáis arropando en esta mañana tan emocionante.
Les confieso que cuando vine a Zaragoza el pasado 17 de agosto tenía muchas expectativas, en parte por todo lo que me había contado mi padre, aunque también sabía que algunas etapas no serían fáciles.
Llegué a la Academia General Militar con ilusión y muchas ganas de aprender y conocer tanto a mis compañeras y compañeros de promoción, como de las otras promociones con las que he compartido este año.
Les puedo decir que lo que he vivido aquí supera con creces lo que pensaba hace diez meses.
En Zaragoza, en Aragón, me he sentido en casa, acogida y acompañada en una tierra que siempre formará parte de mi vida. Quedan sólo cinco semanas para que me vaya, para que reciba mi despacho de alférez, y ya empiezo a echaros de menos!!.
No sólo me he formado como cadete, sino que descubrir la exigencia académica e intelectual, física y técnica que eso significa, me hace apreciar aún más al Ejército de Tierra y a nuestras Fuerzas Armadas.
Aquí he conocido a jóvenes de mi generación y he convivido con ellos.
Les aseguro que lo que vivimos mientras nos formamos en la Academia nos une para siempre y nos hace madurar y crecer gracias al compañerismo, a la guía de mandos y profesores y a todas las personas de la Academia que nos impulsan para seguir avanzando y mejorando.
Aquí hemos jurado bandera, aquí hemos superado momentos que requerían esfuerzo y un gran trabajo de equipo, aquí hemos disfrutado y sufrido juntos y, sobre todo, aquí hemos aprendido mucho.
En estos meses he sentido el respeto y la amabilidad de los aragoneses que, además, me están acompañando en esta mañana tan importante para mí.