Nunca jugué al fútbol durante los recreos del colegio; pero tampoco me quedé sentado viendo como el resto de mis compañeros lo hacían.
A algunos de mis mejores amigos no les gustaba el deporte, pero por miedo a lo diferente, a lo desconocido, seguían, literalmente, "pegados al balón" durante los descansos entre clase y clase.
Yo lo tuve muy claro; quería desempeñar mis pasiones.
A lo largo de mi vida, siempre he querido dedicarme a lo que me gustaba.
Ya desde mi más tierna infancia, sin importarme "el qué dirán", no dejaba de dibujar, de actuar y de pintar.
Hoy, con 19 años recién cumplidos, resulta muy sencillo hacer este tipo de afirmaciones.
Sin embargo, en la sociedad existe un gran miedo a lo diferente y, sobre todo, un rechazo a lo que no se conoce.
Por ello, desgraciadamente durante muchos años fui blanco de fuertes críticas.
A los 4 o 5 años recuerdo estar siempre dibujando figurines de señoras muy esbeltas y resultonas.
Figurines llenos de color y de imaginación.