En una fría noche de invierno de 1916, Félix Yusúpov se preparaba con ansias para recibir a su invitado a cenar.
Si todo salía según lo planeado, su invitado estaría muerto a la mañana, a pesar de que otros cuatro ya habían intentado asesinarlo sin éxito.
La monarquía rusa se encontraba al borde del colapso y para Yusúpov y sus compañeros aristócratas, el místico que había invitado a cenar era el único culpable de todo.
¿Pero quién era y cómo podía ser un simple monje responsable del destino del imperio?
Grigori Yefímovich Rasputín comenzó su vida en Siberia.
Nació en 1869 en una familia de campesinos.
Podría haber vivido en el anonimato en su aldea si no fuera por su conversión a la iglesia ortodoxa rusa en la década de 1890.
Inspirado por los humildes monjes que vagaban constantemente de un lugar sagrado a otro, pasó años peregrinando por toda Rusia.
En sus viajes, las personas se sentían cautivadas por la presencia magnética de Rasputín.
Algunos incluso creían que poseía poderes místicos de predicción y sanación.
