每日西语听力

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Algo más tarde, ese mismo día, Hem y Haw llegaron al depósito de Queso Q.

No habían prestado la menor atención a los pequeños cambios que se habían ido produciendo cada día, así que daban por sentado que allí encontrarían su Queso, como siempre.

No estaban preparados para lo que descubrieron.

¡Qué! ¿No hay Queso? –gritó Hem, y siguió gritando–: ¿No hay Queso? ¿No hay nada de Queso? , como si el hecho de gritar cada vez más fuerte bastara para que reapareciese.

¿Quién se ha llevado mi Queso? –aulló.

Finalmente, puso los brazos en jarras, con la cara enrojecida, y gritó con toda la fuerza de su voz: ¡No hay derecho!

Haw, por su parte, se limitó a sacudir la cabeza con incredulidad. El también estaba seguro de encontrar Queso en el depósito de Queso Q.

Se quedó allí de pie durante largo rato, como petrificado por la conmoción. No estaba preparado para esto.

Hem gritaba algo, pero Haw no quería escucharlo. No quería tener que enfrentarse con esta nueva situación, así que hizo oídos sordos.

El comportamiento de los liliputienses no era precisamente halagüeño no productivo, aunque comprensible.

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