Viajábamos, un grupo de amigos, por el Estado de México, cuando súbitamente se prendió la luz roja del indicador del aceite del coche.
‘¿Qué pasó? ’ preguntamos todos.
‘Se acabó el aceite’ respondió Crisitina.
‘A bajarse todos’ dijo ‘vamos a buscar algún lugar donde nos vendan un poco de aceite’.
Estábamos en medio de la nada, así que tuvimos que empezar a buscar alguna casa donde, por lo menos, nos pudieran dar alguna información.
Llegamos a una pequeña choza.
¡Buenas...! – saludamos buscando que alguien nos respondiera.
¡Buenas! nos contestó un señor como de unos 60 años.
‘¡Señor, fíjese que nos quedamos sin aceite.
No tendrá usted un poco que nos venda? ’ – le preguntamos.