El día que conocí a Cristiano fue un jueves de verano.
Voy a trabajar por calle Cartagena, Ortega y Gasset.
Llego a Gucci, como siempre.
Me tocaba salir a las cinco de la tarde.
Me llama un compañero y me dice: "Oye, Gio, yo estoy de vacaciones, pero mira, va a ir una clienta a comprar unos abrigos. Porfa, quédate media hora y atiéndela."
Y cuando estoy saliendo de la tienda, veo que aparece un hombre guapísimo de casi dos metros, acompañado por un niño y unos amigos.
Me quedo parada.
Se para Júnior en frente de mí, supereducado, me saluda.
Entonces, fue como las risas, ¿no?
En plan que el niño me había saludado. Claro, una chica jovencita, mona.