Junto a un bosque muy grande vivía un leñador muy pobre con sus dos hijos y su mujer, que era madrastra de los niños.
El niño se llamaba Hansel, y la niña Gretel.
Vivían una época tan dura que apenas tenían qué comer, así que una noche, el leñador, que estaba en la cama pensando sin poder dormir, le dijo a su mujer:
¿Qué va a ser de nosotros? No podemos alimentar a nuestros hijos…
Tengo una idea, mañana los llevaremos a lo más espeso del bosque, y cuando se descuiden nos iremos.
Como no sabrán encontrar el camino de vuelta nos libraremos de ellos.
El leñador no estaba del todo convencido, pero Hansel y Gretel, desde la habitación de al lado, desvelados por el hambre, habían escuchado toda la conversación.
Gretel rompió a llorar y su hermano la consoló.
No llores Gretel, yo encontraré la solución.
Y a primera hora de la mañana la madrastra llamó a los niños: Vamos niños, tenemos que ir al bosque a por leña con vuestro padre.