Dejamos atrás el Sacromonte para volver a sumergirnos, en el Albaicín.
Fundado en época íbera, fue en tiempos nazaríes cuando este barrio se convierte en lo que conocemos hoy, un laberinto de calles estrechas y casas encaladas que ha inspirado a artistas y poetas de todos los tiempos.
Allá donde mire el viajero puede encontrar restos de la denominada muralla del milenio, vestigio de la ciudad zirí, el primer reino independiente de Granada.
Y es que es aquí en el Albaicín donde los últimos Omeyas decidieron fundar esta ciudad que hoy conocemos y que aún fluye de vida, al igual que entonces.
"Si uno siente necesidad de estar un rato sólo, lo encuentra, pero si uno siente necesidad de estar acompañado, lo encuentra, y si uno siente necesidad de ver cosas bonitas y rincones especiales, los encuentra, y si uno está siempre buscando algo, este barrio, mi experiencia de muchísimos años de pasearlo y de vivirlo, y de atravesarlo, es que no hay día que no me lleve una pequeña joyita a mi casa, un aroma, una esquina, un elemento de adorno de una casa, o cualquier otra cosa, es decir, es un barrio generoso, siempre encuentras algo, o siempre te encuentras a ti".
Nos dejamos llevar a través de las calles de este barrio del Albaicín hasta alcanzar uno de los puntos más emblemáticos, este Mirador de San Nicolás, en el que cada atardecer se dan cita cientos de personas para admirar como la Alhambra se despide del día engalanada con su mejor traje.