El muchacho se quedó sorprendido y después irritado.
No necesitaba haber buscado a la vieja para esto.
Finalmente recordó que no iba a pagar nada.
-Para esto no necesitaba haber perdido mi tiempo -dijo.
-Por eso te dije que tu sueño era difícil. Las cosas simples son las más extraordinarias, y sólo los sabios consiguen verlas. Puesto que yo no soy sabia, tengo que conocer otras artes, como la lectura de las manos.
-¿Y cómo voy a llegar hasta Egipto?
-Yo sólo interpreto sueños. No sé transformarlos en realidad. Por eso tengo que vivir de lo que mis hijas me dan.
-¿Y si no llego hasta Egipto?
-Me quedo sin cobrar. No sería la primera vez.
Y la vieja no dijo nada más. Le pidió al muchacho que se fuera, porque ya había perdido mucho tiempo con él.