Cada día durante los próximos 35 años, una media de 170.000 personas se mudarán o nacerán en ciudades en países en vías de desarrollo, mayormente en zonas de rápido crecimiento en Asia y África.
Y las ciudades tienen muchas cosas geniales: están llenas de empleos, arte, empleos, comunidades, una pequeña fortuna en forma de monedas que la gente lanza a las fuentes públicas - ¡y empleos!
Las ciudades pueden ser buenas para el planeta también - su naturaleza compacta significa que el agua, electricidad, material de construcción, transporte y tierra se pueden usar de forma súper eficiente.
Sin embargo, las ciudades no son siempre las supercompactas utopías maravillosas que solemos imaginar.
Eso es porque suelen tener una estructura de anillos: están hechas de núcleos urbanos rodeados de zonas residenciales, comerciales e industriales de menor densidad, que se esparcen y se esparcen y se esparcen y se esparcen y se esparcen y se esparcen y se esparcen y se esparcen. . .
Solemos imaginar los barrios residenciales como callejuelas arboladas con vallas de madera y perritos grandes y babosos, pero los barrios residenciales vienen en muchos sabores.
Y la gente en todo tipo de barrios residenciales consume mucha más energía, agua, recursos en general y emite más contaminación que la gente que vive en barrios urbanos más altos y densos.
Viajan más lejos para ir a trabajar y a la escuela, tienen más automóviles y los conducen más, calientan y enfrían casas más grandes, y mantienen jardines más grandes, negando la compacta eficiencia de los densos núcleos urbanos a los que rodean.
Así que las ciudades con estructura de anillos con baja densidad global son mucho menos eficientes que ciudades más apretaditas.
Desafortunadamente, hay ciudades por todo el mundo que se están expandiendo el doble de rápido en área que en población, usando más tierra, más energía y más recursos por persona.
