La mayoría de futuros padres humanos asumen que el sexo de sus bebés es como lanzar una moneda cromosómica, siendo igual de probable tener un niño o una niña.
Pero en realidad, las probabilidades no son iguales - por cada 100 niñas nacidas, el mundo recibe unos 106 niños.
Hoy en día, esta desigualdad se traduce en unos 10 millones más de niños que de niñas naciendo por todo el mundo cada año.
Hay países donde la intervención humana favorece aún más a los niños, pero eso no explica las probabilidades que hay por todos lados.
Esta relación intrínseca niño/niña está trucada por la madre naturaleza.
De hecho, es aún más exagerado que lo que muestran las tasas de natalidad - ¡la concepción humana resulta en unos 150 cigotos masculinos por cada 100 femeninos!
Pero hay una trágica razón tras este gran sesgo biológico: los fetos masculinos tienen más probabilidades de ser abortados o nacer muertos que los femeninos, y los niños varones que logran salir del vientre materno sufren más enfermedades letales, toman más riesgos mortales, y caen en más actos violentos que las niñas.
Así que para cuando los niños crecen y llegan a la edad de hacer bebés, la relación de hombres y mujeres es prácticamente 1 a 1.
Pero la probabilidad de que un niño llegue a nacer también viene influenciada por las condiciones de vida de su madre durante el embarazo.
Por ejemplo, cuando una hambruna masiva golpeó a China a principios de los 60, la probabilidad relativa de tener un hijo bajó de golpe - hasta que la hambruna terminó.