Buenas noches,
Hace cinco años tuve el honor, por primera vez como Rey, de felicitaros la Navidad y de transmitiros un mensaje de afecto y buenos deseos para el nuevo año.
Un mensaje también de compromiso con mi vocación de servir a España con lealtad, responsabilidad y total entrega.
Por tanto, os agradezco que me permitáis nuevamente compartir con vosotros unos minutos en esta noche tan especial.
Y lo primero que quiero hacer, naturalmente, es desearos —junto a la Reina, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía— la mayor felicidad y paz en estos días en los que nos reunimos con nuestras familias y seres queridos.
Y en estas horas queremos tener un recuerdo muy especial con todo nuestro cariño para las familias y personas más afectadas y que más han sufrido –incluso trágicamente– las consecuencias de las inundaciones y las riadas que se han producido en España durante los últimos días, como lo fueron otras muchas a lo largo del año.
Se dice –y es verdad– que el mundo no vive tiempos fáciles.
Quizás nunca lo sean del todo; pero los actuales son, sin duda, tiempos de mucha incertidumbre, de cambios profundos y acelerados en muchos ámbitos que provocan en la sociedad preocupación e inquietud, tanto dentro como fuera de nuestro país: La nueva era tecnológica y digital, el rumbo de la Unión Europea, los movimientos migratorios, la desigualdad laboral entre hombres y mujeres o la manera de afrontar el cambio climático y la sostenibilidad, entre otras…, son cuestiones, en fin, que están muy presentes y condicionan ya de manera inequívoca nuestras vidas.
Y junto a todo ello, la falta de empleo —sobre todo para nuestros jóvenes— y las dificultades económicas de muchas familias, especialmente aquellas que sufren una mayor vulnerabilidad, siguen siendo la principal preocupación en nuestro país.
Es un hecho que en el mundo —y también aquí—, en paralelo al crecimiento y al desarrollo, la crisis económica ha agudizado los niveles de desigualdad.