Queridos integrantes de la 68 promoción de la carrera judicial: lo primero de todo es daros la enhorabuena, la de todos aquí presentes, la del mundo de la judicatura y la de nuestra sociedad en su conjunto a la que vais a servir; también, por supuesto, la mía personal.
Quisiera mencionar de forma particular a vuestra compañera, Lidia Prada, que hoy no puede estar con nosotros, con vosotros, con su promoción para recoger su despacho.
Le deseamos que se recupere pronto y pueda incorporarse a su puesto, a su destino.
Enhorabuena por haber llegado a este momento después de un largo proceso en el que se ha puesto a prueba vuestra capacidad, vuestros conocimientos, vuestras aptitudes y vuestro esfuerzo.
Que estéis hoy aquí recogiendo vuestros despachos significa que habéis alcanzado la meta personal y profesional que os marcasteis en su día y, por ello, debéis sentiros muy satisfechos.
Se trata, sin duda, de un mérito propio del que podéis estar muy orgullosos.
Pero al felicitaros, también quiero daros las gracias.
Gracias por estar dispuestos a desarrollar y aplicar esos conocimientos y capacidades al interés general y bien común de vuestro país.
La Justicia representa uno de los valores fundamentales de la sociedad por ser condición indispensable para la convivencia y por ser consustancial al propio ser humano.
Y el Poder Judicial, es la Institución que nos permite hacer real y efectivo ese valor supremo.