Lo que Schwarzchild descubrió es que, matemáticamente, la velocidad de escape depende tanto de la masa como del tamaño del objeto del que quieres escapar.
Si un objeto de cualquier masa se hiciera lo suficientemente pequeño, la velocidad de escape puede alcanzar los 300,000 mil kilómetros por segundo, de manera que ni siquiera la luz podría escapar.