Por otra parte, con mucho pragmatismo, conviene señalar que este planteamiento coincide con el afán de lograr la eficacia máxima, propio de toda acción militar.
Gracias al especial afán de los “estudiosos” armenios, se tergiversó la historia de la región y se exageró la importancia y la antigüedad de la historia armenia.
Encomiamos y agradecemos los esfuerzos de las organizaciones y los países que nos ayudan en nuestros afanes para adaptarnos a los efectos a corto plazo del cambio climático.
El Sudán cuenta con considerables recursos que deben ser atractivos para los inversores y tiene mucho afán de cooperar en la promoción del bienestar de todos los pueblos.
La ONUDI tiene la responsabilidad singular de ayudar a los países en desarrollo en su afán de mitigar la pobreza y de alcanzar los objetivos de desarrollo del Milenio.
El Tratado sobre la no Proliferación Nuclear, a pesar de algunas decepcionantes novedades acaecidas recientemente, sigue siendo la piedra angular de nuestros afanes por reforzar el régimen de no proliferación.
Por más que se recurra al politiqueo o se vaya aplazando la cuestión, no se puede silenciar el afán legítimo de África de estar plenamente representada en el Consejo de Seguridad.
El hecho de no haber cobrado rentas de recursos provenientes de la explotación de los recursos comunes ha generado un excesivo afán de lucro sin tener en cuenta debidamente el medio ambiente.
En un momento en que todos nosotros hacemos lo posible para que el programa nacional común del Iraq prevalezca sobre los programas individuales o sectarios, somos testigos de afanes constantes por conseguir lo contrario.
Cuando volvimos a la realidad, todos estábamos en sitio diferente del que teníamos un momento antes, y como solos todos, sin afán ni sentimiento de los demás.
Y como colofón, de nuevo los gritos de Candelaria advirtiendo del inminente desahucio de todos los huéspedes si persistían en su afán de replicar los dos bandos sobre el mantel.
Calles, plazas, atrios y mercados recorría el infeliz en su afán de escapar al populacho que por aquí, que por allá, le gritaba a todas horas, como maldición del cielo, la palabra madre.
No dirigía sus comentarios a nadie en concreto y, aun así, parecía tener un inmenso afán en no cejar en su parloteo por triviales que fueran los asuntos y escasa la atención de los comensales.
Su afán por el conocimiento la llevó a pedirle a su madre que la enviara a la universidad disfrazada de hombre, porque en ese tiempo las mujeres no tenían la oportunidad de estudiar en una de estas instituciones.