Recíbela, ¡oh venturoso mancebo! ; recíbela, y si llega tu conocimiento a tanto que llegue a conocer valor tan grande, estímate por el más venturoso de la tierra.
Tomóla la capitana de Nápoles, llamada La Loba, regida por aquel rayo de la guerra, por el padre de los soldados, por aquel venturoso y jamás vencido capitán don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz.
No, por cierto -respondió don Vicente-: mi mala fortuna te debió de llevar estas nuevas, para que, celosa, me quitases la vida; la cual pues la dejo en tus manos y en tus brazos, tengo mi suerte por venturosa.