Se embarcaron en un buque fluvial, cuya rueda de madera hacía un ruido de conflagración, y cuyas láminas de hierro carcomidas por el óxido reverberaban como la boca de un horno.
Empezó por el principio. Se presentó sin anuncio en la oficina del tío León XII, presidente de la junta Directiva y Director General de la Compañía Fluvial del Caribe, y le manifestó la disposición de someterse a sus designios.