Hace mucho, mucho tiempo, había en el Olimpo dos hermanos llamados Prometeo y Epimeteo, eran buenos dioses, con un gran corazón. Sin embargo, un buen día, Prometeo se metió en problemas con el dios de los dioses, Zeus.
Zeus afirmaba que el hombre no merecía tener el fuego, pero, Prometeo, que tenía un corazón bondadoso y sabía cuánto necesitaba el hombre el fuego para poder mantenerse caliente y poder comer, se lo dio en secreto. Cuando Zeus se enteró entró en cólera, su mandato había sido ignorado.
Como castigo, Zeus encadenó a Prometeo a una roca durante muchos años.
Fue un castigo terrible, pero, aun así, no fue suficiente condena para Zeus, quien decidió ir tras el bueno de Epimeteo y así hacer sufrir a Prometeo.
El retorcido Zeus, tenía para él otro castigo distinto.
Primero, ordenó a Hefesto, el dios que forjaba, esculpía o modelaba, que creara una hija para él.
Hefesto modeló en barro a una bella mujer, le dio vida y se la entregó a Zeus, quien la llamó Pandora.
Y así, siguió Zeus con su plan, a continuación se acercó a Epimeteo y le dijo: - Tu hermano hubo de ser castigado por desobedecer mis órdenes, pero sé lo solo que te has quedado sin la compañía de Prometeo, es por ello que he decidido darte en matrimonio a mi hija, la bella Pandora.
Epimeteo, tenía un corazón bondadoso, pero no era tonto y sospechó de las intenciones de Zeus, estaba seguro de que tramaba algo.
Sin embargo, nada más ver a Pandora se enamoró de ella y ambos se casaron.