Hola, mi nombre es Karla Wheelock y estoy muy contenta de poder compartir con ustedes esta anécdota que me sucedió hace muchos años, cuando estaba yo entrando a primero de primaria.
Recuerdo que mis padres decidieron que nos mudaríamos de ciudad.
Yo vivía en un lugar que era más bien boscoso, muy verde, y de pronto vamos a una ciudad en provincia, en donde era más bien desértico, yo no conocía a nadie y había que entrar a una escuela nueva.
En los primeros días de clases hubo una actividad en donde yo estaba bastante triste, no conocía a nadie, no tenía amigos en esa escuela, obviamente.
Y recuerdo que se juntaron todos los niños alrededor del piano.
El profesor de música estaba tocando el piano y yo me quedé en una esquinita lejos.
Y cuando él me vio, se acercó y me dijo que si quería cantar, y yo le dije que no, bueno, más bien moví la cabeza diciendo que no, y me dijo: "Bueno, si no quieres cantar está bien, pero ¿te gustaría ver sonreír a los demás?".
Y le dije que sí.
Entonces, me dijo: "Ven".
Yo me fui acercando y él empezó a tocar el piano, y cuando vio que me acerqué a donde estaban todos, me cargó, me sentó en el piano, en la parte de arriba del piano.
