Bueno, chicos, así, a lo tonto, a lo tonto, entre pitos y flautas, pues… No sé si conocéis estas expresiones: a lo tonto, a lo tonto, a lo tonto, a lo tonto.
Y aquí les he contado, en forma muy torpe, la sencilla historia de dos jóvenes atolondrados que vivían en un apartamento y que insensatamente sacrificaron el uno al otro los más ricos tesoros que tenían en su casa.