¿Un esguince? -preguntó Núñez con la vista puesta en la mano herida del visitante, que parecía estar envuelta en una serie de gruesas vendas elásticas.
Nébel saltó con él por sobre la rueda del surrey, dislocóse casi un tobillo, y corriendo a la victoria, jadeante, empapado en sudor y el entusiasmo a flor de ojos, tendió el ramo a la joven.