El griterío en su interior, las cestas con pollos vivos, el sudor y los olores que desprendían los cuerpos y los bultos que los pasajeros, moros y españoles, acarreaban con ellos.
Que el mundo sepa que la comunidad de Gardi Sugdub no se va a trasladar o no se va a mudar por otros asuntos, sino más bien porque ya nuestras casas están apiñados ya nosotros no tenemos, ¿cómo se llama?