Rióse don Quijote de las rústicas alabanzas de Sancho Panza; parecióle que fuera de su señora Dulcinea del Toboso no había visto mujer más hermosa jamás.
Es todo un reto poner un pie en la Gran Vía madrileña, mirar de un lado a otro y no acabar canturreando alguna canción de la Carrá, de Abba, o aquella mítica de 'Pretty Woman'.
Cuanto más, que yo sé que de secreto estaba ese caballero muy bien enamorado; fuera que, aquello de querer a todas bien cuantas bien le parecían era condición natural, a quien no podía ir a la mano.