El texto reafirma la postura del decreto anterior en el que la fiscalía defiende que si la pena cabe en la nueva horquilla de la ley, no deberá rebajarse.
Marilla era una mujer alta y delgada, angulosa y sin curvas; su cabello oscuro dejaba entrever algunas hebras grises y siempre estaba recogido en un pequeño moño con dos horquillas agresivamente clavadas.