La principal ocupación de la señorita Jenkinson era vigilar lo poco que comía la señorita de Bourgh, pidiéndole insistentemente que tomase algún otro plato, temiendo todo el tiempo que estuviese indispuesta.
La señora Collins, al ver que estaba realmente indispuesta, no insistió, e impidió en todo lo posible que su marido lo hiciera; pero Collins no pudo ocultar su temor de que lady Catherine tomase a mal la ausencia de Elizabeth.