Ese proceso nunca interrumpido se enriqueció cuando nació la escritura y las historias, además de escucharse, pudieron leerse y alcanzaron la permanencia que les confiere la literatura.
Cada vez que una fuente, un mausoleo, un pórtico me desvelaron con la insistente permanencia de su belleza, alternaba en mi duermevela su imagen con la imagen de la Fuente vieja.
Su destino, el mío o el de todos, lo impedía, pues hasta mi último año de permanencia en esta isla, ignoré si alguien se había salva do de aquel naufragio.
Como ya he dicho, en mi tercer año de permanencia en la isla, capturé una pequeña cabra y la domestiqué con la esperanza de encontrar un macho, pero no lo conseguí.