La versión corriente era que aquella oveja descarriada de una familia de apellidos grandes tenía una turbia carrera de accidentes dudosos en varios manicomios de España.
Peter Solomon, un prominente académico cuyas tranquilas maneras disimulaban su poderoso linaje, descendía de la increíblemente rica familia Solomon, cuyos nombres aparecían en edificios y universidades de toda la nación.
Claro es que no me alcanzaban. Nosotras, las golondrinas, volamos demasiado bien para eso y además yo pertenezco a una familia célebre por su agilidad; mas, a pesar de todo, era una falta de respeto.