Bien, pues este político, parece que usó su influencia y movió fichas para conseguir que su amada fuera protagonista en una película que la promocionara.
Aquella chiquilla había cogido y perdido su querido broche de amatista y estaba allí tranquilamente sentada, relatando todos los detalles del hecho sin el menor arrepentimiento aparente.
Sólo la segunda tenía un acento más colérico que de costumbre, sea por la pérdida de la hermana favorita o por la rabia de no hallarse ella en su lugar.
Si una mujer disimula su afecto al objeto del mismo, puede perder la oportunidad de conquistarle; y entonces es un pobre consuelo pensar que los demás están en la misma ignorancia.
La voz de timbres apagados, tensa por el misterio de la distancia, la voz amada contestó, reconoció la otra voz, y se despidió después de tres frases convencionales de saludo.