Sabes, hay algo que me molesta. Un pequeño detalle, no tiene mucha importancia, pero. . . el día en que entraron en el bodega, con tanta granada y explosivos, el candado no estaba forzado.
Se acercó a la caja de los bastaixos, cuyas tres cerraduras habían sido forzadas, y comprobó que estaba vacía; en el interior de la capilla no faltaba nada más ni había habido ningún destrozo.
Fui al barco con una barra de hierro para arrancar la cubierta que ya estaba bastante despejada del agua y la arena; arranqué dos planchas y las llevé hasta la orilla, nuevamente, con la ayuda de la marea.