Son pequeñas cosas, pequeños momentos que se vuelven tus tesoros personales para regar tu propio jardín, tu propio corazón, tu alma, tu mente, tu meditación personal.
Bien, pues igual que el fuego se alimenta con leña y crece cuanta más madera reciba, una persona enfadada siente que su irritación crece y crece con cada comentario agresivo que recibe.
Yo moría y me enterraban bajo los álamos del cementerio; tú plantabas un rosal sobre mi tumba y lo regabas con tus lágrimas y nunca, nunca jamás, olvidabas a la amiga de tu juventud que te sacrificó su vida.