El viento del Caribe se metió por las ventanas con la bullaranga de los pájaros, y Fermina Daza sintió en la sangre los latidos desordenados de su libre albedrío.
La emoción de ese encuentro se debe más al recuerdo, acaso idealizado, de dos personas que se amaron y cuya pasión late de forma diferente durante el tiempo que se buscan.
Una pulsación no percibida por el oído humano se transmite al dedo, y el receptor absorbe la intensidad de pulsación que regresa para así crear la imagen de la huella, y por fin ejecutar el control.