Cuando llegue ese día, se hará realidad la promesa última de todas las religiones reveladas, con la emergencia de un ser humano perfecto que será el heredero de todos los profetas y hombres piadosos.
Al día siguiente enterramos al maestro, con sepelio en la misión católica, responso solemne y toda la parafernalia propia del más fervoroso de los creyentes.
Con tales afectos decía su pasión el religioso moro, que la puso en los corazones de sus dos esclavos, que todo lo contrario de lo que él pensaba pensaban.
Nos hemos levantado con orgullo, porque no existe un pueblo más solidario y optimista que el nuestro; porque somos la afición más leal que existe, y porque nunca perdemos la fe.
No soy religioso -dijo-. Pero rezaría diez padrenuestros y diez avemarías por pescar este pez y prometo hacer una peregrinación a la Virgen del Cobre si lo pesco. Lo prometo.