Paso muchísimo, muchísimo tiempo hablando por teléfono, por temas de trabajo, pero a mí me gusta, me gusta ver la hora en el reloj y me gusta que tenga el rollo analógico.
Lo examinó de soslayo, iluminado de verde por el resplandor del tablero de mandos, y vio que era casi un adolescente, con el cabello rizado y corto, y un perfil de bronce romano.