Unas Naciones Unidas que no estén a la vanguardia de la lucha contra el antisemitismo y otras formas de racismo niegan su historia y socavan su futuro.”
Israel alberga la esperanza de que un día ya no sean necesarias las resoluciones de condena del antisemitismo o de otras formas de prejuicio, racismo e intolerancia.
A este respecto fue fundamental la reunión celebrada en junio de este año bajo los auspicios del Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas, dedicada al antisemitismo.
Las generaciones actuales y futuras deberían conocer las causas de esos crímenes horrendos y combatir el antisemitismo, la intolerancia, el extremismo y la xenofobia en todas sus manifestaciones.
Es nuestra responsabilidad no bajar la guardia con respecto al antisemitismo, el racismo y cualquier forma de intolerancia política, religiosa o causada por cualquier otro motivo real o disfrazado.
Su delegación se siente complacida de que, pese a estos esfuerzos, en la resolución figura una referencia al espantoso fenómeno del antisemitismo, así como a otras formas de intolerancia.
En el quincuagésimo octavo período de sesiones Israel se vio obligado a abstenerse porque en la resolución se omitía mencionar el aumento alarmante del antisemitismo en varios lugares del planeta.
Según un orador, el seminario sobre el antisemitismo era “una medida muy adecuada para llegar a una situación en la que los judíos de todas partes considerasen que las Naciones Unidas eran también su hogar”.
La segunda aliyah comenzó en 1904, momento en el que una ola de antisemitismo comienza a recorrer Europa, la popularidad del sionismo crece y muchos judíos llegan a Palestina.
En el periodo entre guerras, con el beneplácito inglés, la migración judía a Palestina continúa creciendo a un ritmo bestial por culpa del antisemitismo europeo que alcanza su culmen en el auge de los fascismos en Europa.