La semana siguiente, dos días antes del telefonema anunciado, Margarito se derrumbó ante el titular del periódico que deslizaron por debajo de la puerta: Morto il Papa.
Pero dos días después, mientras almorzaban, alguien llamó a la pensión con un mensaje rápido y simple para Marearito: no debía moverse de Roma, pues antes del jueves sería llamado del Vaticano para una audiencia privada.
Collins voló, pues, a Rosings para consolar a lady Catherine y a su hija, y al volver trajo con gran satisfacción un mensaje de Su Señoría que se hallaba muy triste y deseaba que todos fuesen a comer con ella.